CONTINIUA...
Aquí donde el cipote se sana con epazote,
y los ticucos de chipilín y tamales de viaje
son más que alimento:
son abrazos envueltos en hojas y en tradición.
Aquí donde las fiestas tienen dos rostros:
el de la Santa Magdalena, y el del espíritu que baila
al son desde los tiempos del sol y la luna.
Tacuba, tu gente es canto, es loma, es eco en la montaña
Tus hombres gritan de cerro en cerro:
"¡Ooy, oooy... ya mero!"
Y en ese grito alegre va el alma de tu jornada,
y la alegría de ver la tierra en todo su esplendor.
Tus mujeres —comunicativas, bellas, sabias—
sostienen con dulzura los hilos del hogar y el saber
Tus niños aún juegan con el viento,
pisan tierra, trepan árboles, corretean con el chucho,
hablan con el río y respiran verde del bosque El Imposible.
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